El aceite esencial de manzanilla romana se extrae de las flores y partes superiores de esta planta perenne, conocida por su suave aroma a manzana fresca. Su color azul claro al ser recién destilado lo distingue, así como sus potentes propiedades calmantes. Es ideal para aliviar la irritación emocional, la impaciencia, el síndrome premenstrual y otros desequilibrios relacionados con el ciclo femenino y la menopausia. La manzanilla romana se cultiva principalmente en Francia, Bélgica y Europa del Este.

Este aceite es ampliamente valorado en el cuidado de la piel, siendo útil para tratar acné, eccema, erupciones, dermatitis, alergias, y piel seca o con picazón. También se recomienda para aliviar dolores abdominales, infecciones de garganta, problemas de vesícula y síntomas respiratorios como la fiebre del heno o el asma. En soluciones diluidas, es suficientemente suave para usar con niños y bebés, ayudando a calmar cólicos, dentición y diarrea. Su aroma relajante también es eficaz contra dolores de cabeza, migrañas y tensión nerviosa.

La manzanilla ha sido utilizada con fines medicinales desde la antigüedad. Los egipcios la consideraban sagrada y la ofrecían al dios del sol; incluso usaban su aceite en procesos de embalsamamiento. En Grecia, Hipócrates recomendaba su uso como remedio herbal, y en los textos antiguos, como un papiro egipcio del año 2800 a.C., se menciona su eficacia para tratar afecciones cutáneas. En la mitología germánica, la manzanilla era una de las nueve hierbas sagradas otorgadas por Wodan a los humanos, símbolo de su capacidad para calmar y sanar cuerpo y alma.