El aceite esencial de romero se obtiene por destilación al vapor de las flores, tallos y hojas de la planta Rosmarinus officinalis. Aunque según la Farmacopea Británica el aceite de mejor calidad proviene de las flores, la mayor parte del aceite comercial se extrae de tallos y hojas. Su aroma herbal y amaderado lo hace ideal para aromaterapia, donde se utiliza para estimular la mente, mejorar la concentración y aliviar la fatiga mental.

Este aceite es valorado por sus múltiples beneficios terapéuticos: ayuda a tratar heridas, resfriados, problemas digestivos, dolores musculares, fatiga, y favorece la circulación. Se usa frecuentemente en masajes mezclado con aceites base como almendra o albaricoque. En el cuidado capilar, se cree que estimula el cuero cabelludo y favorece el crecimiento del cabello. Sin embargo, debe usarse solo de forma externa y evitarse en personas embarazadas, con hipertensión o epilepsia.

El romero fue ampliamente utilizado en la antigüedad por sus propiedades curativas y simbólicas. Asociado con la memoria y la fidelidad, se incorporaba en ceremonias religiosas, bodas y funerales. En la Edad Media, se preparaba el famoso “agua de Hungría”, una loción elaborada con romero macerado en vino, que según la leyenda, curó a la reina de Hungría de la parálisis. Hoy, su legado continúa tanto en la medicina natural como en la tradición cultural.