El aceite esencial de incienso se obtiene por destilación al vapor de la resina del árbol Boswellia carterii, originario del Medio Oriente. También conocido como olíbano, su nombre proviene del francés antiguo y significa “incienso exuberante”. Considerado un símbolo de la divinidad, este aceite ha sido valorado durante siglos por sus usos espirituales y terapéuticos. El árbol crece de forma natural como un bonsái en regiones áridas, y su resina ha sido usada como uno de los primeros inciensos junto con la mirra.

En aromaterapia, el incienso es uno de los aceites más apreciados por sus propiedades calmantes y reparadoras. Ayuda a reducir la ansiedad, el estrés y trastornos respiratorios como el asma y la bronquitis. En el cuidado personal, se usa para tonificar la piel, reducir arrugas, prevenir estrías y acelerar la cicatrización. También se valora como tónico uterino, útil para aliviar menstruaciones abundantes y como apoyo emocional durante el parto. Su aroma cálido y resinoso es ideal para la meditación y prácticas de introspección. Debe evitarse durante el embarazo.

El uso del incienso se remonta a las civilizaciones más antiguas. Los egipcios lo consideraban un incienso sagrado, y además de quemarlo en rituales, lo utilizaban en mascarillas faciales y maquillaje. La resina quemada se convertía en un polvo llamado kohl, utilizado para delinear los ojos, como se ve en el arte del antiguo Egipto. El primer uso documentado de incienso aparece en una inscripción en la tumba de la reina Hatshepsut en el siglo XV a.C., donde también se lo usaba para purificar el aire y alejar los malos espíritus.