La lavanda es una planta apreciada desde la antigüedad por su aroma relajante y sus múltiples beneficios. Civilizaciones como la egipcia y la romana la utilizaban para bañarse, cocinar, perfumarse y relajarse. Hoy en día, su aceite esencial se usa ampliamente en aromaterapia y cuidado personal gracias a sus propiedades calmantes y regeneradoras.

Aplicada sobre la piel, la lavanda ayuda a reducir imperfecciones y calmar irritaciones menores. También se recomienda para aliviar el estrés y favorecer un sueño reparador: unas gotas en la almohada, la planta de los pies o un baño caliente pueden marcar la diferencia. En el hogar, puede utilizarse en difusores o mezclada con agua para refrescar espacios como armarios, colchones o el interior del automóvil.

Para su uso, se aplican de tres a cuatro gotas en un difusor o una o dos gotas directamente sobre la piel, preferiblemente diluidas con aceite de coco fraccionado para evitar sensibilidad. Aunque es un producto natural, se debe tener precaución: mantener fuera del alcance de los niños y consultar al médico si se está embarazada, en periodo de lactancia o bajo tratamiento médico.