La mascarilla de arcilla amarilla es una aliada natural para revitalizar la piel, limpiar en profundidad y estimular la circulación. Gracias a sus propiedades absorbentes y tonificantes, ayuda a extraer impurezas sin resecar, dejando la piel con una textura suave y un aspecto más luminoso. Está especialmente recomendada para pieles normales con tendencia a grasas, ya que equilibra el exceso de sebo sin agredir.

Antes de aplicar la mascarilla, es importante tener el rostro limpio y seco para facilitar la acción purificante de la arcilla. Mezcla una cucharada de arcilla con dos cucharaditas de agua (también puedes usar hidrolato o infusión) hasta obtener una pasta homogénea y suave. Aplica una capa uniforme sobre el rostro, evitando el contorno de ojos y labios, y deja actuar de 10 a 15 minutos, sin esperar a que se reseque por completo.

Una vez transcurrido el tiempo, retira con agua tibia y seca con una toalla con suaves toques. Puedes finalizar aplicando tu hidratante habitual o unas gotas de aceite facial para potenciar la hidratación. Úsala una o dos veces por semana para mantener la piel equilibrada, fresca y libre de impurezas.